jueves, 25 de diciembre de 2008

Evangelismo en la Vispera de Navidad















La noche de ayer caminé al Parque Kennedy y me uní con unos hermanos y hermanas de la Iglesia Bautista del Salvador para el evangelismo de los miércoles que normalmente tienen. Un poco después de llegar, la mayoría de los hermanos se fueron porque querían pasar la Navidad con sus familias. Yo me quedé con algunos otros y esperamos a una buena oportunidad para predicar al aire libre. No había tantas personas en el parque, comprensiblemente, ya que la medianoche se acercaba en un par de horas y las personas se iban a sus casas.
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Hablamos mientras esperábamos, y después caminamos al catedral católico y nos paramos directamente en frente de ello, cruzando el paso de peatones. Allí había un pesebre navideño de tamaño real y algunas personas se juntaban ahí para verlo. Mientras las personas se reunían en frente de ello, un hermano se paró en su banca y empezó a predicar. Él comenzó haciéndoles recordar por qué celebramos la Navidad, explicando el nacimiento. Él luego habló acerca de por qué Jesús vino, y habló acerca de los asuntos eternos, hablando del pecado, justicia, y el juicio venidero. Las personas alrededor del pesebre se quedaban ahí escuchando atentamente. Cruzando la pista estaban teniendo misa en el catedral, y había una multitud de gente de buen tamaño parada en la puerta, habiendo llegado muy tarde para encontrar un asiento adentro. No podíamos esperar para que se acabe el servicio y que la gente salga.

Mientras este hermano predicaba dos chicas católicas vinieron donde estábamos y empezaron a quejarse en voz alta y blasfemar y decirle que se baje y deje de predicar. Yo empecé a testificar a ellas, pero las dejé en paz cuando noté que la que hacía más bulla era "especial" y no escucharía a la razón. Un poco de tiempo después un serenazgo se acercó al hermano y le dijo que baje su tono de voz y se vaya a otro lugar porque estaba perturbando la paz. Él lo ignoró, ni siquiera lo miró, y siguió predicando. El serenazgo en vano persistió en tratar de hacerle callarse e ir. Él se empezó a frustrar y muchas de las personas escuchando trataron de razonar con él, diciéndole que el hermano no estaba violando ninguna ley, y que debería dejarle predicar nomas. Después la chica "especial" se acerco al serenazgo y ofreció a llamar a los otros serenazgos que estaban estacionados cerca en un patrullero. Algunos de ellos vinieron, y algunos personales del parque vestidos en ternos se nos aceraron para hablar con nosotros también. Pero ellos no nos podían parar de predicar. Estos hermanos pasan por esto casi cada vez que vienen a predicar a este parque, entonces están acostumbrados a esto.

Bueno, en este tiempo teníamos una multitud más o menos grande a causa de toda la conmoción, y aún mejor--la misa se acabó y la gente estaba comenzando a salir del catedral. La mayoría de ellos se dirigían directamente en nuestra dirección. Una señora mayor católica empezó a quejarse con fuerte voz al serenazgo. Unas otras personas se pararon en frente del hermano mientras predicaba y empezaron a maldecir y blasfemar y decirle que se vaya porque no "respetaba" a la religión de ellos. Otra señora se acercó a mí y juro y maldijo y le dijo que no predique. Yo empecé a hablar con ella. Ella dijo que estaba de acuerdo con la Biblia y que ya se había arrepentido. Yo le dije que su boca y acciones contradecían sus palabras y que los hipócritas no entrarían al cielo. Mientras hablaba con ella el Espíritu Santo me daba diferentes versículos para compartir con ella; era maravilloso como simplemente me acordé de ellos en detalle en castellano. Compartí el Evangelio con ella y le dije que solo tenía una fe intelectual pero necesitaba entregar todo su corazón y vida al Señor. Ella acepto un folleto que le di y se fue.

Bueno...fue una experiencia interesante la noche de ayer. Efesios 5:16 dice que tenemos que redimir el tiempo porque los días son malos. No puedo pensar en una mejor forma de pasar la víspera de Navidad que proclamando el Evangelio glorioso de nuestro Señor Jesucristo y exaltando Su nombre--todo para Su gloria.

Esto fue lo mejor de mi Navidad...el resto no fue muy interesante. La pasé con mi tía y primas. Hoy voy donde la casa de mi otra tía para almorzar. Esta fiesta ya no me vacila mucho; lo más que pasan los años lo menos atractivo que se convierte. Yo celebro la vida, muerte, y resurrección de mi Señor Jesús todos los días, por lo tanto para mí no hay diferencia entre este día y cualquier otro día. ¡Solo otra oportunidad más para regocijarme en el Señor y glorificar su gran Nombre!


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