"Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios."
Hebreos 12:2
miércoles, 27 de febrero de 2008
El Secreto de un Intercesor
John Hyde fue un misionero a la India en alrededor del siglo XX. Su vida, como el profeta Elías, puede ser resumida en dos palabras: "Él oró".
El pasó días y noches agonizando en intercesión, llorando, suspirando, y gimiendo en el Espíritu por almas y por la Iglesia, a veces yendo sin comer o dormir por días. Su esfuerzo de alma aumentó a tal grado que el clamor de su corazón llegó a ser: "¡O Dios, dame almas o muero!" El fue utilizado de Dios para llevar muchos derramamientos del Espíritu al noreste de India, empezando en 1904 en Sialkot. Un poco antes de morir (a los 47 años), un examen médico encontró que su corazón se había movido al lado derecho de su cuerpo, desgastado por años de intensa intercesión. La vida de Hyde sirve como un ejemplo de un creyente enteramente rendido a Dios, que esta lo bastante cerca a Cristo para sentir Su corazón, y por quien podemos tener una vislumbre de la misma vida de oración de nuestro Señor.
Lo siguiente es del libro Orando Hyde: Apóstol de Oración, compilado por Capitán E.G. Carre:
"Permiteme introducir aquí una joya de la pluma de Paterson: '¿Qual fue el secreto de la vida de oración de John Hyde?' él pregunta. 'Esto, que fue una vida de oración. ¿Quién es la fuente de toda vida? El Jesus glorificado. ¿Cómo consigo yo esta vida de El? Así como recibí Su justicia para empezar. Reconosco que Por mí mismo no tengo justicia--sólo trapos de inmundicia, y yo en fe reclamo Su justicia. Ahora, un doble resultado sigue: En cuanto a nuestro Padre en el Cielo, El ve la justicia de Cristo--no mi injusticia. Un segundo resultado en cuanto a nosotros mismos: La justicia de Cristo no solamente nos cubre por afuera, pero entra en nuestros mismos seres, por Su Espíritu, recibido por fe igual que los discípulos (ve Juan 20:22), y obra la santificación en nosotros'. "¿Por qué no lo mismo con nuestra vida de oración? Recordemos la palabra 'por'. 'Cristo murió por nosotros,' y 'él vive perpetuamente para interceder "por" nosotros,' eso es, en nuestro lugar. Así que confieso mis oraciones que siempre fallan (no me atrevo a llamarlo una vida), e imploro Su intercesión que nunca falla. Entonces afecta a nuestro Padre, porque El ve la vida de oración de Cristo en nosotros, y por consiguiente nos contesta. Para que la respuesta sea 'mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos'. Otro gran resultado sigue: nos afecta. La vida de oración de Cristo entra en nosotros, y El ora en nosotros. Esto es oración en el Espíritu Santo. Sólo así podemos orar sin cesar. Esto es la vida más abundante que nuestro Señor nos da. ¿Ah, qué paz, que consuelo? No más esforzandonos para tener una vida de oración y fallando constantemente. Jesus entra el bote, y el trabajo termina, y estamos en el lugar adónde nosotros teníamos que estar. Ahora, necesitamos ser quietos ante El, para oír su voz y permitir que ore en nosotros--y mas, permitirle verter en nuestras almas Su vida rebosante de intercesión, que significa literalmente: Un encuentro CARA A CARA con Dios--verdadera UNION y COMUNION".
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1 comentario:
Es impresionante el ejemplo de este gran siervo de Dios, qye gran ejemplo, y más que nada que pasión por Dios, algo que falta mucho hoy en día, vidas de oración, son escasas, mientras tanto armemonos de fuerza y valor, para seguir intersediendo. Gracias por compartir todo este gran mensaje, es de gran ánimo.
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